Vignemale
Si hay en el Pirineo una gran cara norte de referencia, esa es la norte del Vignemale. Impresionante murallón de roca, surcado por unas pocas líneas heladas, que atrae la vista como un imán. De entre todas sus escaladas destaca por su belleza, ambiente y por ser una vía histórica, el Couloir de Gaube (600m MD IV/4). De tal manera que es la gran clásica invernal del Pirineo que todo pirineaista debe escalar por lo menos una vez en su vida.
No se trata de una vía muy difícil, ni mucho menos, pero el que quiera escalarla tendrá que tener dominadas las técnicas de progresión y seguridad en escalada en hielo, y poseer cierta experiencia en vías alpinas. La dificultad técnica se concentra en la parte final y si hasta ese punto no te has movido con agilidad significa que en la cascada tendrás algún momento comprometido. Bajarse desde este punto significa tener rapelar el corredor entero, así que mejor estar seguro que tienes el nivel suficiente para salir airoso por arriba.
Iniciando el largo clave
Nosotros nos tuvimos que plantear su escalada en plan express por falta de tiempo. Dormimos unas pocas horas en el aparcamiento de Pont d´Espagne y salimos directos desde abajo del tirón, sin dormir en el refugio de Oulettes, con la intención de hacer la escalada y regresar al coche. De esta forma sumas dos horas y media de actividad y un considerable desnivel a lo que sería lo normal, que es empezar la actividad desde el refugio. Amaneció cuando llegamos al refugio y ya vimos una cordada cruzando la rimaya del corredor, así que nos sacaban una hora y media de ventaja, por suerte no nos estorbaríamos, aunque seguramente algo nos podrían tirar... aunque nunca nos hubiéramos imaginado el qué...
Habiendo superado más de la mitad del corredor observé que la cordada de arriba estaba empezando a escalar la cascada de hielo, en ese momento miré para arriba y lo que vi me dejó todavía más helado de lo que estaba, pude ver cómo el que escalaba de primero se caía en lo más vertical de la cascada, lo perdí de vista porque me tapaban la visión unas rocas y de repente lo volví a ver volando en un movimiento de péndulo rapidísimo que no auguraba nada bueno. En ese momento no le quise decir nada a mi compañero Monchito para no asustarlo, pero me imaginaba que el de arriba muy bien no debería estar. Un largo más arriba empezamos a escuchar el sonido metálico de algo que caía ¡¡¡ clink, clonk...!!! y zas.... se nos cae encima un piolet. El compañero del accidentado había intentado salir por la variante de mixto para evitar la cascada y había perdido el piolet, que por fortuna pudimos recuperar. Al llegar a ellos vimos que muy buena cara no tenían los franceses, no era para menos... Les ofrecimos que nos pasaran una cuerda para que pudieran por lo menos salir de allí por arriba, pero estaban tan estresados que lo único que querían era bajarse de alllí, el compañero se había hecho daño en una pierna, así que terminaron rapelando todo el corredor y llegando muy entrada la madrugada al refugio.
Monchito en el plateu de salida con las cuerdas congeladas
Me tocó el largo de hielo y sucedió que casi me convierto en un témpano de hielo... La cascada manaba agua y se congelaba al contacto con mi ropa y el material. Como tienes que ir metiendo los tornillos y escalando con cuidado me quedé yo bastante más congelado que Monchito, de tal forma que al terminar la vía no fui capaz de deshacer los nudos de la cuerda con los que te atas al arnés, y tuve que meter en mi mochila las dos cuerdas, que estaban tiesas como cables, junto con mi arnés. Recuerdo que llegué a Madrid y las cuerdas todavía estaban congeladas, con su correspondiente bloque de hielo en los nudos. Lo recuerdo como si lo estuviera viendo ahora mismo.
Por lo demás la cascada final no tiene mayor dificultad en condiciones normales, pero su formación es muy caprichosa en cuanto a las formas que adopta, supongo que por el viento, y en ocasiones es muy difícil pasar por allí.
La bajada, sin conocer el camino y en gran parte de noche, supuso una pequeña prueba de orientación e intuición . Tras 13 horas y pico de actividad llegamos derrotados al refugio y no nos quedó más remedio que cenar y dormir en él. ¡¡¡No podíamos dar ni un paso más!!!
Buena aventura, Javier... en magnífico lugar que - como bien dices - hay que visitar al menos una vez.
ResponderEliminarLo de las cuerdas me suena... parece mentira lo que aguanta el hielo en los maleteros.
Un abrazo.
Un abrazo Carlos.
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