21 de agosto de 2011

EL CAMALEÓN



    Andaba merodeando por los alrededores del apartamento de verano. Por su atrevimiento el animalito tuvo que soportar estoicamente una sesión de fotos como si de una modelo se tratara. Suerte tuvo de caer en nuestras manos. Recuerdo que de niños reventábamos lagartijas con petardos. El mecanismo era muy sencillo, atrapabas una lagartija, le colocabas un petarzo en la boca y.... pummm... No sé si los niños de hoy en día serán tan crueles como lo éramos nosotros. Por si las moscas volvimos a colocar al camaleón en un arbusto.  El animal se quedó inmóvil mientras hordas de niños pupulaban por el pueblo en busca de un divertimento con el que pasar una calurosa tarde de verano. No escuchamos ruidos de petardos, tampoco gritos de los pequeños salvajes. El camaleón debió sobrevivir a la sofocante hora de la siesta mientras nosotros tratábamos de sobrevivir bajo el rítmico traqueteo de un cansado ventilador.